Hoy he visto la fotografía que adjunto y me han venido distintos recuerdos de mi niñez relacionados con nuestro Betis.
Recuerdo las largas colas que junto a mi padre hacíamos en pleno mes de Agosto en la estrechez de la citada calle, justo enfrente de la casa natal de Bécquer. Todos, niños, jóvenes, adultos y viejos, esperábamos
con impaciencia el tener en nuestras manos el carné (de cartón, por cierto) sin importarnos las penurias económicas y los ataques extradeportivos qué, como casi siempre, recibía nuestro querido club en esa época.
Era una época en que a nadie le importaba el partido que iban a televisar el Domingo por la noche porque todos los que éramos, estábamos. Y estábamos siempre. Y cuando digo siempre, es a las buenas y a las
malas . Cuando todos nos mojábamos en el campo, cuando todos escuchábamos la megafonía aunque casi no existiesen medios para ello, cuando todos éramos el Betis.....
Recuerdo que siendo niño, me agarraba con mis manos a la vieja cancela de hierro y cristal que estaba antes de llegar al patio de esta tradicional casa sevillana. En el citado patio, brillaban nuestros trofeos
mas preciados; unos mas modestos que otros pero todos conseguidos con el esfuerzo y sacrificio de todos los béticos. Entre todos, alumbraba con luz especial nuestro primer Carranza y siempre me emocionaba e
ilusionaba cuando mi padre me contaba, siempre la misma historia, de como lo habíamos conseguido.
También me hablaba de la copa Spencer y el orgullo que veía en sus ojos y que me transmitía al recordar una de nuestras páginas históricas mas brillantes, no por el valor del trofeo conquistado, sino como y por qué se consiguió. Como siempre lo hemos conseguido todo, luchando contra todos los elementos. Por último, sólo comentar que he escrito este modesto artículo porque se que muchos béticos de mi generación tendréis los mismos recuerdos que he tenido yo al ver la fotografía. Recuerdos que no debemos perder nunca por muy dura que sea nuestra situación porque todo forma parte de lo que hemos sido, somos y seguro que seguiremos siendo.
José Enrique González Domínguez
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