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Ha muerto Quico Grau, un bético de bandera



Cómo homenaje a Francisco Grau Plá, ex-futbolista del club fallecido ayer, nuestro compañero Javier Maldonado quiere compartir una historia ocurrida hace años con Grau y él cómo protagonistas. Descanse en paz nuestro Quico Grau.

Corría Agosto del verano de 1984 y estábamos a pocas semanas de una nueva temporada de Liga. El loco que os escribe, socio y accionista del Real Betis Balompié, era por aquel entonces miembro de la Peña El Chupe, y es por ello que mandé a mi madre a que me confeccionara la que iba a ser la primera bandera gigante que ondeara con los colores oficiales del club verde blanco y verde bajo aquel antiguo marcador bautizado como “El Palomar", símbolo del mítico Gol Sur. Y recalco lo de los colores oficiales, porque meses antes hubo otra bandera pero era de diseño ajedrezado verde y blanco que pertenecía a los hermanos Antonio y Juan Bustos (hoy día conocidos periodistas ambos).

Una vez terminada la bandera, acudí a varios establecimientos para poder comprar un mástil, recibiendo siempre respuestas negativas, ya que las características que yo buscaba, y que explico más abajo no las tenían en catálogo.

Un viernes por la mañana a falta de 2 días para que diera comienzo la primera jornada de Liga siendo el primer partido en casa contra la Real Sociedad, se me ocurrió ir a un almacén de aluminios en mi barrio de Bellavista llamado Hermanos Mancha S.L. Entré y me atendió uno de los dos dueños, me preguntó que deseaba y le dije que venía buscando un tubo de 3 cm de diámetro y 5 metros de largo. El hombre se quedó sorprendido por las dimensiones del tubo y me preguntó que para que lo necesitaba por si me podía buscar otra cosa ya que no lo tenían. Cuando le dije a que iba destinado a un mástil, aún se sorprendió más, el hombre pensaría que me había escapado de un manicomio, ya que por aquel entonces eso de llevar banderas gigantes no era habitual. Sonrió y dijo que no tenía nada así, por lo tanto me dí media vuelta y me marché maldiciendo mi mala suerte porque llegaba el domingo y llevaba semanas sin encontrar el mástil.

De pronto salió de la oficina que estaba a un metro escaso del mostrador un señor trajeado con acento de no ser de aquí y me dijo: joven me he enterado de la conversación y por curiosidad, ¿me puedes decir de que es la bandera?. Y le dije que era para una bandera gigante del Betis. El hombre repitió y dijo ¿del Betis?, le respondí afirmativamente. Me preguntó mi nombre y el teléfono de mi casa y lo anotó en una agenda indicándole que me avisaría si me podía echarme una mano. Viendo que no quedé muy convencido me reiteró que no me preocupase que me iba a ayudar. Yo le respondí que el problema estaba en que quería estrenarla el domingo y el insistió en que no me preocupase que lo importante era solucionar lo del mástil y que luego habría más partidos.

Me marché convencido y preocupado en que habría que esperar para el debut del banderón, pero lo más importante: ¿sería verdad que ese señor me llamaría?. A las 7 de la tarde de ese mismo viernes mi madre salió a la puerta de la calle, y al volver me llamó y me dijo que había llamado un hombre diciendo que me esperaba en el establecimiento de los Hermanos Mancha para preguntarme algo de un tubo de aluminio. Salí lanzado y al llegar pregunté si había encontrado algo y me dijo que no, que solamente era para que le indicará las medidas, puesto que no las había anotado. Se las volví a dar y al marcharme me dijo: ayúdame  a coger una cosa de la furgoneta. Al abrirla me dijo: sujeta esto y tira para sacarlo. Era un mástil de aluminio de 3 diámetros por 5 metros de alto. El cuello empezó a palpitarme como los pescados cuando los sacas del agua porque se había hecho el milagro. Éste señor no sólo cumplió su palabra, si no que a la hora de querer pagar el mástil me dijo que no era nada puesto que era para una bandera del Betis y eso "te lo regalo yo". El otro hombre y dueño de la empresa me dijo que la persona que me había ayudado era comercial de aluminios y que había sido jugador del Betis. Me quedé sorprendido y mirándole le pregunté que jugador era. Me respondió “mi nombre es Francisco Grau”.

El resultado de su regalo, fue la bandera más grande que ondeó en Heliópolis en mucho tiempo:




Descansa en paz, D. Francisco Grau.

Francisco Javier Maldonado.

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