Se sustenta, básicamente, en la etapa de esplendor que vivió el club bético en la primera mitad de los años 30, con una serie de éxitos que por entonces representaban su cumbre más alta a lo largo de la historia (final de Copa en 1931, ascenso a Primera en 1932 y, sobre todo, el título de Liga de 1935).
Coincidía también su decadencia posterior en los años 40 con la época más extremista del régimen franquista, aquella en la que se identificó claramente con el devenir de los regímenes totalitarios que mandaban en Europa.
Otros pilares en los que se sustentaba esta interpretación era el predominio de jugadores vascos en el equipo bético hasta el comienzo de la guerra civil. Esta circunstancia, y el exilio de estos jugadores, habrían impedido su continuidad en el conjunto bético una vez finalizada la contienda. Sumemos a ello el uso del estadio de la Exposición como acuartelamiento militar, que habría sido una nueva muestra del perjuicio causado por el régimen franquista al club bético.
Esta historia nos la contaron a partir de esa época (finales de los 70) y se ha transmitido básicamente hasta la época actual.
Nuevas corrientes de estudio e investigación están revisando esta interpretación y limpiando el polvo de la paja.
Así sabemos que la decadencia del Betis en los años 40 se debe, básicamente, a causas internas de la propia sociedad, que de los jugadores vascos que poblaron el Betis, y también el Sevilla, en los años 30, sólo podemos achacar su no continuidad en el equipo bético a la guerra civil y el posterior exilio al caso concreto de Serafín Aedo. Los otros jugadores habían sido traspasados por el Betis (casos de Unamuno, Lecue, Urquiaga ó Areso) para aliviar su déficit económico, ó se retiraron de la actividad futbolística (lo que suponemos en el caso de Larrinoa).
Y que si el Sevilla FC encara mucho mejor esta nueva época es básicamente por dos razones: su estrategia de apoyo a la cantera propia, que ya se manifiesta en los años 35 y 36 obteniendo la Copa amateur, y su palpable continuidad deportiva a lo largo de los 3 años de guerra civil, mientras que la actividad del club bético en ese mismo periodo de tiempo es prácticamente nula, sobre todo en el año 1938.
No obstante, el periodo 1936-1939 es aún hoy un gran desconocido, y una investigación seria y rigurosa podría ayudarnos a conocer qué pasó, aún reconociendo la escasez de fuentes documentales, pues el interés informativo estaba centrado en otros temas, además del indudable papel que jugó en ese momento la censura militar.
Cuando éste asume el poder absoluto una vez finalizada la guerra civil, se encargará de anular toda la legislación deportiva anterior y de establecer una nueva, así como de depurar de los puestos de responsabilidad en el deporte (federaciones y clubs) a toda persona no afecta al régimen imperante, o relacionada con la época republicana precedente.
Hay que reconocer a la generación de investigadores sevillistas que fueron ellos los que comenzaron a mover estos asuntos, lógicamente preocupados por la imagen que de su club y de su época más gloriosa se había transmitido desde finales de los años 70 del pasado siglo.
Su irrupción en la primera década del siglo XXI ha servido para movilizar toda una corriente de estudio, investigación y revisión sobre la historia del fútbol en Sevilla y de los clubs sevillanos.
No obstante hay que advertir que algunos se han pasado de rosca. Es el efecto del péndulo del reloj, que ha propiciado estos cambios radicales en el enfoque, pasando de un extremo al otro.
En cierta medida fue una cosa lógica en un primer momento, pero con el paso del tiempo se debería realizar una reflexión mucho más pausada, tranquila y documentada.
Todo ello vienen al caso por la insistente postura que algunos mantienen y que se resume en el siguiente postulado: el Sevilla FC es el club que históricamente representa los ideales liberales (republicanos incluso), mientras que el Betis, por el propio carácter militar de alguno de sus fundadores, representa los ideales autoritarios (fascistas incluso).
Hora es ya de ir sentando las bases de un estudio mucho más racional y documentado, alejado de prejuicios y de ideas preconcebidas, propias más de un mundo de ultras metidos a investigar que de personas capacitadas, coherentes y con conocimiento de lo que escriben.
En el fútbol de la posguerra todos los clubs y sus componentes (tanto directivos como jugadores) fueron controlados por el régimen franquista, que organizó el deporte dentro de su visión de la sociedad. La Delegación Nacional de Deportes, instituida en 1938 bajo la supervisión del general Moscardó, pronto marcará unas normas rígidas, así como todo un plan de depuración de aquellos que hubiesen tenido alguna notoriedad durante el periodo republicano precedente. A todos se exigirá la adhesión más inquebrantable al nuevo espíritu que domina la sociedad española, y por tanto el deporte español.
El Betis y el Sevilla, dependientes ambos de la Federación Regional Sur, también funcionaron dentro de este esquema en que se movió el deporte español en general, y el fútbol en particular durante todo este tiempo. Un tiempo de adhesiones inquebrantables, según la terminología propia del régimen.
De todo ello hablaremos en la siguiente entrega.
0 comentarios:
Publicar un comentario